Una de mis hermanas fue a la farmacia a por un par de cosas, y acabó pillando una caja de estas pastillas; pero se dio cuenta de que en ese momento no podía tomarlas y me las dió a mi (de paso, gracias). Siempre fue una marca tirando a discreta, que yo recuerde, y creo que está restringida al círculo comercial de las farmacias. Nunca fue algo que tomásemos de forma habitual, pero no deja de ser un recuerdo de infancia. Todavía pillo alguna barra de regaliz, de vez en cuando. No es lo mismo, claro.
Una vez acabadas las pastillas, la caja quedó por la habitación, y acabó adornando una estantería. El dibujo no es de la caja, que es redonda y de plástico rojo, sino de su envoltorio de cartón, también rojo. Las letras eran blancas, pero hacer eso en éste papel en concreto era complicado, en el mejor de los casos. Por eso las escribí en negro, y me limité a sugerir el rojo (con rotulador) en los bordes. El dibujo no deja de ser sencillo, pero es un modo de practicar.