Cuando era crío, me regalaron un globo terráqueo, creo que era de Salvat. Podías ver el mundo como un todo geógrafico, con sus ríos, montes y lagos. O podías encenderlo y ver las divisiones entre países. Siempre me han gustado los mapas, no dejan de ser un dibujo del mundo.
El gran problema es que nunca tuve un buen sitio donde colocarlo: en un inicio lo puse en lo alto de mi escritorio. Cuando retiramos el escritorio por el desgaste, lo coloqué encima de una de mis estanterías... y de una pila de libros. Cuando quise pillar alguno de los libros de debajo, algo hice mal, resbaló y cascó. Descanse en paz.